viernes, 14 de agosto de 2015

14 de agosto


Hoy Sherlock cumple un añito.

¿A que estoy guapo con el gorrito que me hizo la tía Pili?


Hace ya casi nueve meses desde que lo adoptamos y nos lo trajimos a casa, y desde el primer día no ha habido uno que no me haya hecho reír. Porque con él cada día es una aventura, y un motivo para la risa. Y es verdad que a veces me hace rabiar, que a veces me enfada o me da algún susto; pero al segundo siguiente vuelve a hacerme reír y se lo perdono todo.



Sherlock me hace reír cuando me roba las zapatillas (léase zapatillas, o botas, o calcetines) y se las lleva de excursión, o cuando se echa la siesta sobre ellas. Cuando se tumba en la ropa sucia hecho una bolita, cuando destroza una pelota en menos de un día o agujerea un juguete en cinco minutos.



Me hace reír cuando cuando se sube al sofá y se nos queda mirando para ver qué hacemos, o cuando estamos en otra habitación y ladra para que vayamos a echarle la bronca. Cuando nos desafía. Cuando se esconde debajo de la mesa para que no le pillemos, y cuando se sienta y pone esa carita adorable de perro bueno después de hacer alguna trastada.



Sherlock me hace reír cuando juega con sus amigos perros, cuando les da besitos, cuando les hace la limpieza dental (cuando lo adopté no sabía que sería un perro dentista), cuando lleva un palo (pelota, juguete...) y gira la cabeza para que Thor no se lo quite, y cuando se agarran los dos del mismo palo y se pasean como si fueran hermanos gemelos, cuando corre por el parque como si le fuera la vida en ello.

Tengo un mejor-amigo. Se llama Thor.
Juntos exploramos nuevos territorios, nadamos, buscamos palos, provocamos a las chicas y echamos carreras


Me hace reír cuando me chupetea toda la cara (¡siempre con la lengua por delante!), cuando se choca contra la pared y cuando derrapa, cuando bosteza, cuando se esconde detrás de mí, cuando coge una rama más grande que él y la arrastra, tan contento.



Sherlock me hace reír cuando sale a saludar a papá, cuando no hace caso, cuando me sigue a todas partes y hace guardia incluso en la puerta del baño, cuando se ladra porque se refleja en el piano, cuando se tumba al lado del radiador en invierno, cuando aprende.

Cuando le digo "muy bien" y se sienta para que le dé su premio, cuando se enamora de una perra (o perro) y se pone a lloriquear y hay que llevárselo a rastras, cuando va a por la pelota, la coge, vuelve hacia mí corriendo y la pierde a mitad de camino, cuando intenta jugar con dos o tres juguetes a la vez.



Me hace reír cuando toco el Claro de Luna de Beethoven y él aúlla (canta), cuando va suelto por la calle lo llamo y viene, cuando rodea la mesa después de comer y recoge todas las miguitas (y nos deja el suelo como recién fregado), cuando pide con la pata, cuando apoya la cabeza en la mesita baja del salón y saca la lengua, a ver si pilla algo.



Sherlock me hace reír cuando ve a un perro nuevo y se queda quieto antes de decidirse a salir corriendo a por él, cuando se moja y parece una ratita, cuando escucha a otro perro en la tele y se queda mirando y ladra, cuando llego a casa y me saluda como si no me hubiera visto en un mes.



Cuando quiere aguantar despierto para enterarse de todo pero se le cierran los ojos. Cuando saca el relleno de su cama o de algún peluche.




Cuando pone cara de fierecilla, de curiosidad, de asco, de pena, de culpa. Cuando "sonríe"; la sonrisa más bonita de la casa y del parque. Cuando está. Aunque no haga nada.



¡Feliz cumpleaños, Sherlock!

martes, 23 de junio de 2015

Génesis de Sebastião Salgado


Con la excusa de la #nocheenblanco el sábado pasado me acerqué a Caixaforum Zaragoza a ver las exposiciones El color del mar de Sorolla y Génesis de Sebastião Salgado. Sorolla me gustó. Pero Salgado me dejó con la boca abierta y con muchas ganas de más. De ver más fotos y de hacer más fotos.




Génesis es una exposición no sólo impresionante por su contenido, sino muy bien expuesta. Una de esas exposiciones en las que no se echa de menos una mejor organización o una iluminación que no interfiera en la lectura de las obras. Génesis se adapta a la perfección al espacio y te traslada a otro (aunque sea nuestro) mundo a través de un recorrido elegante y sobrio, con una equilibrada utilización del color y la palabra escrita.

La exposición se estructura en cinco espacios. Cinco zonas geográficas, temáticas, conceptuales. Los confines del Sur, Santuarios, África, Las tierras del Norte y La Amazonia y el pantanal sumergen al espectador en un mundo primigenio y grandioso, y (por qué no decirlo) aterrador. Es aterrador porque es salvaje e incontrolable, y es aterrador porque cada vez queda menos de él. Un mundo infinitamente hermoso y puro en el que no existe el whatsapp ni la tecnología móvil y en el que no se echan de menos. Un mundo en el que resultaría absurdo consultar cada día el correo electrónico, buscar un enchufe o encender una bombilla.




Un mundo de contrastes, de asombro y de sutileza. Pingüinos que saltan al mar desde un bloque de hielo, paisajes inmensos, árboles milenarios, pueblos y costumbres ancestrales, agua, arena, niebla..., cocodrilos al acecho, ballenas, albatros.





Un mundo que se muestra a través de fotografías en un blanco y negro cuidado y cargado de matices que aparta cualquier distracción para quedarse en la esencia y mostrarnos únicamente lo que debemos ver. La forma, la grandeza, el mensaje. Las luces y las sombras.




Una exposición imprescindible.




lunes, 20 de abril de 2015

viernes, 20 de marzo de 2015

Eclipse


La luna piensa que el sol sabe a chocolate.


Mi foto del mordisco: en Zaragoza, a las 10:31 a.m.